La Agencia Tributaria levanta actas apostantes sin contar las pérdidas. Exige 447.000 euros a una jugadora que solo ganó 4.700 euros en apuestas en 2010.
Jugadores de toda España están recibiendo actas de sanción de Hacienda.
En abril de 2013, la Oficina Nacional de Investigación del Fraude (ONIF) envió a todas las casas de apuestas que habían obtenido licencia para operar en España un requerimiento que años después aún está dando dolores de cabeza a muchos jugadores. Hacienda pedía para los años entre 2008 y 2011 “relación de jugadores que han obtenido premios en cuantía individual superior a 300 euros” en un solo premio o “que la suma anual de los mismos supere los 2.500 euros”, según un documento al que ha tenido acceso El Confidencial. Les reclamaba la fecha de las ganancias, el juego usado y que los agruparan por jugador y año. Para el año 2012 pedía la misma información pero siempre restando las pérdidas.
La razón es que el 1 de enero del 2012 entró en vigor una reforma legal, que permitía deducirse las pérdidas del juego. Hasta entonces, lo que uno perdiera en el casino era cosa suya pero debía tributar por lo ganado. En la práctica daba igual lo que dijera la ley: el dinero que ganaban los jugadores estaba fuera del radar de Hacienda porque nadie pagaba por lo que se llevaba en una timba o en la ruleta. Sin embargo, con el juego ‘online’ eso cambiaba. Con ayuda de las casas de apuestas, Hacienda podía conocer al detalle ingresos y pérdidas de cada jugador. Si no cambiaba la ley se producía el absurdo de que uno debía pagar impuestos por lo que ganaba sin tener en cuenta que minutos antes podía haber perdido. Como si tributara por cada mano de póker ganadora sin descontar las perdedoras.
“Hacienda aplica la ley a rajatabla, aunque sea absurdo. Pagan el pato de una legislación anticuada”.
Pero como el juego ‘online’ empezó antes que la Ley, Hacienda ha encontrado un filón.
Y ha comenzado a levantar actas a jugadores interpretando la ley al pie de la letra.
Exactamente haciéndoles pagar por cada mano ganadora pero sin tener en cuenta las manos malas, que en algunos casos son mayoría.